Interior libro Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo


Para Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura mexicano en 1990, el verdadero problema político de América Latina no era la desigualdad o el abuso del imperialismo sino la falta de democracia. En entrevista con el editor y periodista Guy Sorman en el año 1989, para su libro Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo (Les vrais penseurs de notre temps), Paz se lamentaba de lo que llamaba «el izquierdismo latinoamericano» que calificaba de «enfermedad infantil de los intelectuales latinoamericanos». Dice Sorman en su entrevista: «Paz fue durante mucho tiempo un poeta sin ataduras, luego embajador de México en la India, finalmente un exiliado, por haber roto con el gobierno después de que éste -en 1968- hubiera ordenado disparar contra una manifestación de estudiantes. Para Paz, este acontecimiento marcó un punto de ruptura definitivo con el Estado, con todas las formas de despotismo y con la idea misma de la revolución».

Según Octavio Paz, la idea del intelectual latinoamericano alineado a la izquierda se debía a la influencia de autores como Gabriel García Marquez, Premio Nobel de Literatura colombiano en 1982, y amigo personal del Fidel Castro pero ya no correspondía a la realidad. El mismo Paz reconocía que fue revolucionario pero sólo hasta los años sesenta, «mi cambio ideológico -dice- no es un acto aislado. Vea en ello, por el contrario, el signo de un cambio profundo en la intelligentsia del continente». Alude, entre otros, a Mario Vargas Llosa, también Premio Nobel de Literatura en 2010, y declarado defensor del liberalismo político y económico. «El liberalismo es la solución a las dificultades económicas y políticas de México, de América Latina y del Tercer Mundo en general» afirmaba Octavio Paz.

Pero para el escritor mexicano, la tendencia izquierdista de los intelectuales latinoamericanos no se explicaba sólo por las influencias literarias y de literatos sino también por los orígenes burgueses de esas minorías y su educación a manos de los sacerdotes jesuitas (Compañía de Jesús) que han encontrado en la revolución socialista un sucedáneo del catolicismo y una forma de convertirse en portavoces del pensamiento totalitario, ya no desde la religión sino desde la ideología, pues para él era claro que no eran los campesinos y los obreros los promotores de la revolución en el continente americano. «Los intelectuales latinoamericanos son permanentemente invitados por las universidades norteamericanas para denunciar en ellas el imperialismo yanqui. Es en definitiva una profesión bien remunerada», concluía Octavio Paz.

También consideraba desgraciada la indignación selectiva de los europeos, que a su juicio vivían mal informados por lo que frecuentemente caían en los mismos errores de los intelectuales de América Latina, dispuestos a denunciar las dictaduras y los abusos de los derechos humanos desde la derecha pero complacientes con Castro o con las dictaduras de corte izquierdista, «Incluso Pinochet se creyó finalmente obligado a organizar elecciones. Los dictadores no tienen la ambición de controlar los pensamientos del pueblo lo que los hace autoritarios pero no totalitarios. Pero el castrismo es de naturaleza diferente, más diabólico. Castro pretende rehacer el hombre, cambiar la naturaleza humana», denunciaba Paz. De modo que Octavio Paz invitaba a Europa a mirar con más cuidado la realidad del continente americano antes de embarcarse en denuncias hemipléjicas.

Antes de terminar la entrevista, le preguntó Guy Sorman al Nobel mexicano: «¿Puede hablarse de liberal en este continente donde el término ha sido tan prostituido, y a menudo reivindicado por los déspotas? ¿No invocaba el propio Pinochet el liberalismo?». A lo que Paz respondió: «¡El destino de toda idea grande es ser traicionada! Marx fue traicionado por los comunistas, Cristo lo es a menudo por la Iglesia, y los liberales son a veces traicionados por la burguesía. La cruz y la grandeza del liberal es asumir estas contradicciones y edificar la sociedad liberal en tanto que la crítica». Está y otras provocadoras respuestas de Octavio Paz y otros grandes pensadores sobre ciencia, política, economía y filosofía, pueden encontrarse en el ya célebre y clásico libro Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo.