Por Luis Santibáñez
En México estamos viviendo un proceso electoral lleno de contrastes. Todos ellos derivados de estrategias exitosas y de acciones muy desatinadas. Algunas oportunas, algunas tardías, muchas hasta irremediables.

Quiero a través de estas líneas, comentar los errores que, a mi juicio, pueden influir negativamente en una campaña y que en la mayoría de los casos se convierten en detonantes de una derrota en las urnas.

  1. Es importante comenzar con el candidato “todopoderoso”. El que está seguro de saberlo todo, de haber recorrido todos los lugares y circunstancias. El candidato que no necesita de alguien que le coordine una campaña que, al menos para él, es cosa fácil y ganada. El oficio político y la soberbia que genera el poder hace que los candidatos no confíen en un experto, en un gerente de campaña, que planee, dirija, evalúe y responda por el rumbo de la contienda. La soberbia resta más votos que una plaza vacía o un mal día de campaña.
  2. El desprecio al marketing no es más que la negación a la ignorancia de los políticos. El marketing es tan importante porque desde aquí definimos el mensaje del candidato, la imagen gráfica, las estrategias de comunicación. En sí, despreciar al marketing puede significar el desconocer por completo el cúmulo de técnicas que existen para conocer y para responder a las necesidades del potencial votante.
  3. Otro tópico importante es el dirigir toda la estrategia de la campaña en llenar la ciudad de publicidad. Es un clásico y recurrente error de campaña, que además de costar mucho dinero y contaminación, no genera muchos votos. Es común que el candidato o su equipo busquen el posicionamiento visual en lugares poco rentables, “pero por donde paso todos los días”. Es fácil encontrarse con experiencias de campañas en donde se colocan anuncios espectaculares – vallas, plotters, lonas- en lugares con visibilidad baja, pero cuya vista desde la casa del candidato es “fenomenal”.
  4. Error imperdonable es la falta de sensibilidad hacia el elector. Es común encontrarse con mensajes que no conectan con el ciudadano. Promesas sobre necesidades que están en el ánimo del candidato, no es garantía de la necesidad del elector, quien es el que día a día vive las carencias en materia de políticas públicas que pueden coincidir o no, con la oferta del candidato.
  5. Un grave y clásico error es la intervención de allegados y familiares del candidato. Suele darse con mucha frecuencia. Debemos de tomar en consideración que aunque la familia siempre busca apoyar al candidato y desea que haya éxito en la elección, el tema de las decisiones tomadas en base a emociones u ocurrencias suele ser fatal. Además de detonar conflictos “personales” entre el equipo de campaña que siempre genera un ambiente poco productivo y muy dañino en el círculo del candidato.
    En pleno siglo XXI, en un entorno global más que vigente, es importantísimo el uso de redes sociales. No importa si el candidato se postula en una región con aún poca penetración del Social Media. La clave para las redes sociales es generar comunicación virtual pero con intercambio de contenido hacia el elector. El ejemplo fue Estados Unidos en 2008, cuando Barack Obama “conectó” al mundo entero a su favor, a través de un mensaje “Yes We Can”. Obama dio el banderazo de salida a toda una estrategia de comunicación basada en redes sociales que además, son un medio económico, rentable y muy perspicaz.
  6. Es común ver a candidatos que desprecian porque desconocen el uso de herramientas para determinar la rentabilidad electoral. Pierden tiempo en visitar secciones y zonas en donde difícilmente obtendrán los votos suficientes para triunfar y descuidan áreas de oportunidad, en donde los datos históricos presumen oportunidad para lograr muchos votos.
  7. Otro error que tiene que ver con el desprecio a estas herramientas es la nula atención a las encuestas. Para muchos que no se ven favorecidos en algún sondeo, es muy fácil descalificarlas y no tomarlas en cuenta. Una encuesta seria que presenta indicadores importantes como las necesidades reales y sentidas de los entrevistados debe de considerarse primordial para las decisiones de una campaña.
  8. Los conflictos al interior del partido generalmente terminan dañando al propio equipo de campaña y su candidato. Es necesario llevar a cabo una evaluación al terminar el proceso interno de selección; el candidato de manera inteligente buscará tender los puentes con sus adversarios y lograr acuerdos que beneficien o al menos no perjudiquen a la campaña. Sobran ejemplos de campañas con altas posibilidades de triunfo, que se han ido a la derrota por no lograr conjuntar el trabajo del candidato y los actores políticos de su propio partido o corriente ideológica.
  9. Un error también clásico es el del mal manejo malo del dinero para campaña. El presupuesto está integrado por aportaciones del partido, militantes y del candidato. En algunos países es común que indebidamente se utilicen recursos públicos. Dicha situación ha generado problemas tanto legales como financieros. Sí, financieros, porque las campañas se han encarecido y esto aplica para todas las opciones políticas. Luego entonces, una campaña electoral necesita de los recursos suficientes para que sea exitosa, aunque no es una condicionante. Por lo general, se realizan algunos cálculos de los gastos de campaña, mismos que siempre son rebasados. Ante esto, debe optimizarse el gasto, pero esto no quiere decir que se dejen las decisiones financieras a un contador público, sino a un administrador con conocimento electoral, que cumpla los criterios establecidos por el coordinador de campaña y el candidato. El gasto de campaña tiene que enfocarse en base siempre, a la rentabilidad. Es más importante dirigir recursos hacia el cuidado y defensa de las casillas, en lugar de derrochar en festivales y patrocinios de eventos que siempre generan poca o nula oportunidad para obtener simpatías.
  10. No tener un asesor de campaña suele ser, en casi todos los casos, la antesala de la derrota. Los asesores de campaña o estrategas electorales aportan ideas y generan estrategias encaminadas a la obtención del voto para que su “cliente” resulte triunfador en la Jornada Electoral. Muchos políticos consideran que el gasto en un asesor de campaña suele ser innecesario, sin embargo existen muchísimos casos de éxito que pueden servir como referencia. Vicente Fox en México, Barack Obama en Estados Unidos, Dilma Rousseff en Brasil o Mariano Rajoy en España, fueron casos exitosos en sus campañas. Estrategias claras, planeación estratégica y equipos disciplinados garantizaron votos y triunfos.

Fuente: MarketingPoliticoenlaRed