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Por: Guillermo Maya
“¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? (…) ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?” (Bertolt Brecht, 1898-1956).

Si no hubiera sido por EPM y sus inmensas transferencias al municipio de Medellín, gran parte de los alcaldes que hemos tenido hubieran pasado a la historia sin pena ni gloria. Un billón de pesos anuales compra un monumento en la avenida La Playa. Los alcaldes han tenido plata hasta para hacer obras innecesarias, como las pirámides de la oriental, construidas por Sergio Fajardo. Obras faraónicas, como el puente de la 4Sur, alcaldía de Alonso Salazar, un puente que necesita otro puente al decir del titular de ‘El Colombiano: ‘Al puente de la 4Sur solo lo desahogará otro puente’ (marzo 8-2013). Muy gracioso. Comprar empresas por más de lo que valen, como Orbitel, Sergio Fajardo. Vender empresas para que la paguen con el flujo de caja, como Tigo compró a Ola, Sergio Fajardo, etc. Ahora, para innovar, UNE debe fusionarse con Millicom, alcaldía de Aníbal Gaviria: son las tendencias del negocio, según afirma un columnista exministro. ¡Unos genios para malgastar plata de la comunidad!

¿Innovadores? Claro que los antioqueños hemos sido innovadores, y no solo en puentes y carreteras, pues la naturaleza nos dio una geografía indómita y difícil. Nos gusta el trabajo, y la libertad. Nuestros campesinos hicieron la colonización cafetera, durante todo el siglo XIX, enfrentando la gran concentración latifundista de la tierra, concesiones de la Corona a algunos apellidos ilustres. Una verdadera reforma agraria, sin gobierno ni políticos, hecha por la misma gente. Tumbaron monte, sembraron fríjol, maíz, plátano, yuca y café, y mientras este último se tomaba su tiempo para entrar en edad productiva, iban levantando la familia, con los frisoles, y el sancocho, a los que acompañaban con marrano, gallina, aguacate y arepa.

El café permitió la industrialización. ¿Por qué tan lejos de la costa se logró montar industrias en donde la geografía no lo recomendaba? Por la democratización de los ingresos cafeteros, y por el desarrollo de la cadena de valor cafetera, de la finca a la ciudad y de la ciudad al puerto. Miles de puestos de trabajo dependían del café. El café y la industria democratizaron un país rural, conservador y clerical. Ser liberal era pecado, en palabras de un obispo paisa: mi papá escuchaba, tímido, misa en el atrio de la iglesia.

Ahora, a comienzos del siglo XXI, para innovar, todo lo que se había construido se dejó derrumbar, por las tendencias mundiales en economía. Las élites aceptaron la terminación del Pacto Cafetero porque ya no se usaba en un mundo globalizado, en donde el mercado determina los precios. Ruina cafetera, como lo denunciaron los cafeteros en sus manifestaciones por dos semanas, mientras el gerente de la Federación de Cafeteros, impotente, balbuceaba incoherencias. Ahora se repite la frase: por las tendencias mundiales en telecomunicaciones hay que fusionar a UNE. El mismo discurso. Los aranceles fueron rebajados, y la revaluación ha terminado por ofrecer una protección efectiva negativa. Es decir, libre comercio. Pero, todo por la innovación. El TLC, el mismo cuento: si no innovamos, entonces nuestros competidores tendrán un TLC y nosotros no. Nos llevan ventajas. Mercado libre para los medicamento: hoy tenemos precios más altos que en cualquier país de Latinoamérica.

Para innovar, en Medellín se vendió todo a los extranjeros: Colombiana de Tabaco, el Éxito, Coltejer, Fabricato casi, en manos de tiburones financieros, desapareció Siderúrgica de Medellín, industrias Apolo, OLA, etc. Sigan haciendo la lista. ¿Con qué hemos reemplazado estas empresas? La cuna está en ruta N, con H. Packard, un tiburón de las TIC, meciendo a nuestros creativos del ‘software’.

En Medellín, la más educada, se contrató el cambio de logo de EPM con un empresa de publicidad de Barcelona, en la alcaldía de Sergio Fajardo. No sé qué dirán los creativos antioqueños, pero no creo que les guste mucho que el trabajo se lo dieran a los catalanes para cambiar la M de EPM por una M que parece un corazón, abierto en un lado, sin cerrar. ¡Qué innovación! Eso sí, no soy ni antifajardista, ni fajardista, todo lo contrario.

¿Y qué ha pasado con tanta innovación? Tenemos en Medellín, la ciudad con el índice Gini –que mide la concentración de ingresos– más inequitativa de Colombia, con 0,61 en el Valle de Aburrá. La informalidad laboral es del 60%; la ciudad se desindustrializó, y los trabajos de servicios y mal pagados reemplazaron los buenos salarios de la manufactura, que en Colombia pasó en dos décadas de 24% del PIB al 13%, mientras el Gini pasó de 0,47 a 0,58. Una maravilla, que muy pocos países pueden mostrar. Igualmente, la revaluación, que destruyó la manufactura, el café, las flores, etc., también hizo a los ricos más ricos, a los bancos más grandes, y que aprovechan para invertir en el exterior a chorros y comprar barato. Muy pronto otros estarán en la revista ‘Forbes’.

Medellín se ganó el título de ciudad más innovadora del mundo, dado por los tiburones financieros de la Gran Manzana: el Citibank, un especulador financiero que cabildeó para que Bill Clinton y Robert Rubin hicieran la reforma financiera a su medida. El ‘Wall Street Journal’, el vocero de los intereses y la desregulación financiera que ha postrado en la miseria a millones de seres humanos, y el Urban Land Institute, un instrumento de los especuladores inmobiliarios planetarios. Mejores patrocinadores no hubiéramos podido conseguir para un premio internacional.

La ciudad innovadora es una narrativa mediática para manipular el imaginario colectivo del ego narcisista regional paisa, y convertir así, mediante la alquimia política, el premio en consenso social, al mismo tiempo que el ingreso se concentra más.

Medellín, de la tacita de plata, complejo de rico, a la ciudad más innovadora, una entelequia tecnocrática, mientras sus grandes problemas, inseguridad, desigualdad, desempleo, etc., permanecen sin resolverse. ¿Si escucharon a Hillary Clinton? Pregunta el alcalde a la periodista inquieta por la inseguridad y el crimen en la ciudad.

Fuente: Eltiempo.com