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La Gran Consulta por Colombia suma a Paloma Valencia

La llamada Gran Consulta por Colombia se ha ido configurando como uno de los experimentos políticos más llamativos del ciclo preelectoral de cara a las elecciones de 2026. Con la reciente decisión de Paloma Valencia, senadora y figura visible del Centro Democrático, de ingresar a este mecanismo, el tablero se vuelve aún más complejo y revelador de las tensiones —y oportunidades— que atraviesan al centro, la centroderecha y sectores independientes del país.

Antes de la llegada de Valencia, la consulta ya reunía a un grupo diverso de aspirantes y liderazgos: Juan Manuel Galán, heredero de una tradición liberal con énfasis institucional; Mauricio Cárdenas, exministro con perfil técnico y experiencia en política económica; Juan Daniel Oviedo, con una imagen de independencia y gestión; Vicky Dávila, representante de un discurso fuerte contra el establecimiento; Aníbal Gaviria, con trayectoria regional y enfoque social; y David Luna, con recorrido en el liberalismo y la gestión pública. La diversidad no es menor: la Gran Consulta no es un partido, sino la suma de voluntades para enfrentar la maquinaria de la continuidad.

La entrada de Paloma Valencia introduce un elemento clave. Proveniente del uribismo, su presencia amplía el espectro ideológico del grupo hacia la derecha y confirma que la consulta no pretende ser únicamente un espacio exclusivamente de centro. Para algunos, esto refuerza la idea de una gran coalición contra el gobierno actual; para otros, tensiona la coherencia programática del mecanismo y plantea preguntas sobre su identidad real.

El reto central de la Gran Consulta será precisamente ese: transformar una suma de nombres en un proyecto político legible. Las consultas amplias tienen la virtud de movilizar participación y legitimar candidaturas, pero también el riesgo de diluir mensajes y convertir la competencia en ataques de fuego amigo. ¿Habrá mínimos programáticos compartidos? ¿O la consulta será solo un filtro electoral para ver quién tiene más reconocimiento y capacidad de convocatoria?

También está en juego el significado simbólico del mecanismo. En un país fragmentado y desconfiado de los partidos, la consulta puede leerse como un intento de renovación democrática que busca superar los egos políticos por medio de la unidad. Sin embargo, si no logra diferenciarse de las alianzas coyunturales del pasado, podría terminar siendo percibida como una estrategia pragmática sin mayor profundidad.

Con Paloma Valencia dentro, la Gran Consulta por Colombia gana visibilidad y peso político, pero también asume mayores dificultades ideológicas. El desenlace dependerá de si sus integrantes logran pasar del “todos contra alguien” a un “algo para Colombia”. Ahí se jugará no solo una candidatura, sino la credibilidad de una alternativa política en construcción.

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