Comencemos por decir que Federico Gutiérrez tiene una imagen fresca y desacartonada, tal como quisiera cualquier estratega político para un candidato que aspira a romper los viejos modelos políticos. De hecho, en el período anterior fue el concejal con mayor favor popular en las urnas, en el municipio de Medellín. Sin embargo su campaña no ha logrado colocarlo como una opción real de poder para este período electoral. El grueso de la población se centra en los dos candidatos punteros en las encuestas y lo consuela con una alternativa para los próximos períodos.

Su campaña nos parece desafortunada pues no ha logrado hacer suficientemente visible al candidato y darle un lenguaje propio que haga que esa tercerización que representa, como alternativa a Gaviria y Pérez, gane espacio rápidamente para darle un chance de pelear la alcaldía de Medellín. En los dos modelos de vallas que referenciamos en este articulo, no logra reconocerse rápida y claramente al candidato y menos aún su propuesta bajo el juego de palabras «Cambio con seguridad».

En la valla con el expresidente Uribe se utiliza un plano medio, cuando debería ser un primer plano, y en la valla de su rostro en alto contraste, la imagen se confunde en ocasiones con la de Sergio Fajardo, que ahora apoya a otro candidato y aspira por su cuenta a la gobernación de Antioquia. El azul claro de fondo no colabora con el escándalo visual que debe generar una imagen política, ya que debe hacerse efectiva en un corto período de tiempo, y las letras capitulares (mayúsculas) lejos de darle fuerza al mensaje, le restan lecturabilidad.

El mayor apoyo que podría darle Álvaro Uribe a esta campaña, sería ir con el candidato a un estudio fotográfico en el que se lograra una imagen clara y serena de los dos juntos, y el mayor logro que Federico podría obtener, sería el de colocarse como una opción inminente de gobierno, con el apoyo del partido dueño del concepto de la seguridad, pero con un idioma propio e inconfundible.