En las recientes campañas de marketing político en Colombia hemos asistido a una práctica conocida pero hasta hoy nunca practicada con tal intensidad: la propaganda negra. Al parecer ésta ha llegado para quedarse en nuestro país y ser usada no sólo en época electoral. Las últimas elecciones presidenciales dieron cuenta de este fenómeno de manera clara y desvergonzada y los siguientes días no han sido muy diferentes. «Si no puedes convencer y seducir a los electores con tus argumentos, entonces deslegitima a tu contendor», es el principio básico que guía esta táctica publicitaria.

En un episodio, que todavía está por aclararse, Oscar Iván Zuluaga es grabado en secreto mientras sostiene reuniones con un hacker que supuestamente ha infiltrado las comunicaciones de las negociaciones con la guerrilla de las FARC en La Habana. El video pasa de la Fiscalía General de la Nación a los principales medios de comunicación de la capital, justo una semana antes de la primera vuelta presidencial. Luego se han venido registrando declaraciones esporádicas de este «testigo estrella» de acuerdo a las coyunturas políticas que atraviesa el nuevo mandatario. Sus afirmaciones son tan estrafalarias como que desde su computador podía manejar los aviones del Departamento Antidrogas de los Estados Unidos – DEA.

El escándalo del hacker tomó las primeras planas durante la semana previa a la primera vuelta presidencial pero no logró hacer que el candidato contrario al gobierno, dejara de obtener cerca de medio millón de votos más que el candidato presidente. Sin embargo estos votos no fueron suficientes para obtener la presidencia en primera vuelta, debido a que en Colombia se debe ganar con la mitad más uno de los votos para no ir a la segunda vuelta presidencial. De nuevo, y justo una semana antes de la segunda vuelta, el ya famoso hacker es acusado formalmente por la Fiscalía y cubierto por los medios de comunicación para refrescar la memoria de los votantes. Finalmente en esta segunda ocasión ganó de forma definitiva el candidato presidente

A la par se presentaron otros dos interesantes fenómenos electorales: la participación en política de funcionarios públicos con declaraciones a favor del presidente, o en contra de sus adversarios y la de medios de comunicación que ahora no solo expresaron su posición política en términos editoriales, como por ley y derecho lo hacen, sino que comenzaron a hacerlo en términos noticiosos, al mejor estilo del Free Press y el Product Placement. Juan Gossain, exdirector de noticias de RCN Colombia, no pudo ser más claro al afirmar: «Esto ha sido un manejo asqueroso de la prensa».

¿Que había sucedido antes de todo este alboroto? El expresidente Uribe había hecho una denuncia, de la que aún tampoco se conocen las pruebas, acusando Juan José Rendón, asesor de campaña del presidente Juan Manuel Santos, de haber recibido dineros del narcotráfico para financiar la primera campaña presidencial del mandatario. Rendón, famoso en el mundo del marketing político por su pragmatismo y la utilización de prácticas non sanctas de comunicación, como el rumor, las verdades a medias, las llamadas telefónicas en la madrugada a nombre del contrincante, y un largo número de etcéteras, renunció a la campaña de Santos a los pocos días que apareciera el escándalo del hacker que dejó muy mal parada a la campaña uribista.

Como cada vez los candidatos políticos se asemejan más a un commoditie, indiferenciados en sus principios, discursos y prácticas publicitarias, se ha hecho necesario, con cada ves más lastimosa frecuencia, tratar de encontrar diferencias en la vida privada del candidato o inventarlas por medio de los rumores. Reemplazando la arena las ideas políticas por la arena de la difamación y el escándalo mediático que han resultado especialmente efectiva en las elecciones presidenciales, no solo de Colombia sino del mundo entero.

El lado oscuro de la luna se ha hecho presente en Colombia y parece que de forma definitiva ¿Deberemos acostumbrarnos a este tipo de publicidad? ¿No hay antídoto contra esta ponzoña? ¿Puede la publicidad decente y honesta combatir este tipo de mensajes? Difícilmente, si la gente no cuestiona los contenidos y decide irse por el camino fácil de tragar entero lo que los medios de comunicación y los vecinos le ponen en frente. Porque una cosa será que se ataque a un candidato por la labor que ha desempeñado en su vida pública y otra muy distinta será que se le ataque por aspectos de su vida privada, se le inventen historias o se le monten escenarios para ponerle a prueba y luego se arroje toda esta obra de teatro al público, como quien alimenta las fieras de un circo romano.