El tan disputado cohete de largo alcance de Corea del Norte aparentemente se estrelló en el mar pocos minutos después de ser lanzado, dijeron funcionarios estadounidenses y surcoreanos, un golpe para el prestigio del reclusivo y empobrecido Estado así como para su nuevo líder.

Pyongyang desafió la presión internacional de Estados Unidos, Naciones Unidas y otros y procedió con el lanzamiento, programado para coincidir con la celebración del centésimo aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el fallecido fundador del Estado. 

Incluso China, un aliado de Corea del Norte, había advertido en contra del lanzamiento y funcionarios de Inteligencia de Corea del Sur han dicho que Corea del Norte podría estar listo para continuar con una tercera prueba nuclear, como lo hizo tras lanzar un cohete en el 2009. 

«La Inteligencia de Corea del Sur y de Estados Unidos entienden que el lanzamiento de un misil de Corea del Norte falló», dijo a la prensa el portavoz del Ministerio de Defensa de Corea del Sur. 

Corea del Norte dijo que quería que el cohete Unha-3 colocara en órbita un satélite meteorológico, aunque sus críticos creen que apuntaba a aumentar la capacidad del país de diseñar un misil balístico capaz de transportar una ojiva nuclear y que pudiera alcanzar a Estados Unidos continental. 

El cohete se estrelló en un mar que separa a la península coreana de China, mar adentro desde la costa oeste de Corea del Sur, tras volar 120 kilómetros desde su sitio de lanzamiento cerca de la frontera con China, dijeron funcionarios en Seúl, Washington y Tokio. 

El Mando Norteamericano de Defensa Aérea (NORAD, por su sigla en inglés) dijo que la primera etapa del cohete cayó al mar al oeste de Corea del Sur y se consideró que el resto del misil que transportaba un satélite falló.  «No cayeron restos sobre tierra», afirmó el NORAD. «Ni el misil ni los restos resultantes fueron una amenaza en momento alguno», agregó.     

La Agencia Espacial de Corea del Norte dijo que no tenía información sobre el lanzamiento, que dio pie a una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, que tendría lugar el viernes. 

El hecho tuvo lugar sólo semanas después de un acuerdo en virtud del cual Washington accedió a entregar ayuda alimenticia a Corea del Norte.

Entre las promesas realizadas por Pyongyang a cambio destacó la de no lanzar cohetes de largo alcance ni realizar pruebas nucleares. 

Estados Unidos, Corea del Sur y Japón condenaron el lanzamiento del cohete y Washington, el mayor partidario de Seúl, dijo que permanecerá alerta tras la acción «provocativa» de Corea del Norte.   

El precio del fracaso
Liderado por Kim Jong-un, que tiene menos de 30 años y es el tercero de su línea en detentar el poder, Corea del Norte había planificado hacer del 2012 el año en que se convirtiera en una «nación fuerte y próspera» y el lanzamiento era parte de un programa para mejorar su imagen.

Las autoridades del país incluso invitaron a medios extranjeros a cubrir las celebraciones por el natalicio de su líder fundador y mostraron el sitio del lanzamiento. 

«No (hay) dudas respecto a que el lanzamiento fallido vuelca las especulaciones hacia las ramificaciones para el liderazgo de Pyongyang: un despliegue de fuegos artificiales que salió mal el día más importante del año», dijo Scott Snyder, del Consejo de Relaciones Exteriores. 

Los ojos estarán puestos en cómo Corea del Norte maneja la falla a nivel interno. Para mostrar que sigue siendo poderoso, podría realizar una tercera prueba nuclear que nuevamente provocaría tensiones internacionales y dañaría cualquier posibilidad de que se reanuden las negociaciones de ayuda y para desbaratar el armamento nuclear. 

El lanzamiento fallido sería el segundo fracaso consecutivo por parte de Corea del Norte para colocar un satélite en órbita, aunque afirmó haber tenido éxito con un intento en el 2009. 

Aunque Corea del Norte es uno de los Estados más férreamente controlados, sin medios de comunicaciones libres y un fuerte control sobre su población, un fracaso de tan alto perfil podría provocar un revés entre la elite del país. 

«Esta es la primera crisis para el nuevo líder que acaba de asumir», comentó Lee Jong-won, profesor de la Universidad Waseda en Tokio.  «Es inevitable que tratarán de ver quién es responsable por la falla y me pregunto cuál será el trato para aquellos entre los militares y oficiales de línea dura que presionaron para realizar el lanzamiento», añadió.

Fuente: Reuters